lunes, 15 de junio de 2015

SIGLO DE LA RAZÓN Los Naturalistas

SIGLO DE LA RAZÓN
Los Naturalistas


El estudio de los seres vivos se inició tardíamente comparado con la física y aún la química debido a la mayor complejidad de los organismos comparada a la de los cuerpos inanimados o las fuerzas naturales. En el siglo anterior, Harvey había demostrado que los fenómenos relativos a la vida podían estudiarse experimentalmente al demostrar la circulación de la sangre, pero no tuvo sucesores por más de cien años. Por mucho tiempo, los estudiosos de la naturaleza tuvieron que conformarse con clasificar las formas vivas lo mejor que pudieran e intentar aislar y estudiar aspectos de los sistemas vivos. Luego de la exploración del planeta, una avalancha de nuevos especimenes tanto vegetales como animales exigían una descripción apropiada, lo que impulsó el desarrollo de la taxonomía. El gran impulsor en pleno siglo XVIII, fue el sueco Carl von Linné, conocido por su nombre latinizado, Linnaeus, y de ahí a Lineo, quien introdujo un sistema racional de nomenclatura doble, enfocado en algunas estructuras clave. Las críticas a lo artificial del sistema alentaron nuevos intentos de búsqueda de clasificación más natural. Así, la atención se centró en el organismo como un todo y se reforzó la creciente intuición de que las especies están, de alguna manera, relacionadas genéticamente.
Entre los aportes importantes en el siglo XVII, se encuentra el de Robert Hooke, (1635 – 1703) por su fascinación por el microscopio; en su obra Micrographia de (1665), Hooke describe el uso del microscopio compuesto que él mismo había inventado. Acuñó la palabra «célula» para caracterizar los espacios angulares que había observado en una delgada sección de corcho. Desde entonces, el término ha pasado a denotar las unidades limitadas por una membrana características de plantas y animales.
Había llegado a Londres en 1660 donde formó parte del grupo de hombres que fundaron, en 1662, la Royal Society. Fue el administrador de la Sociedad, y una de las tareas correspondientes a su cargo consistía en exponer «tres o cuatro experimentos de interés» en cada una de las reuniones semanales y pronto sería conocido como un experimentador prolífico. Tras el gran incendio que arrasó la ciudad, colaboró con el gran arquitecto Christopher Wren (1632 - 1723) en la reconstrucción de la ciudad. De carácter enérgico e inconformista, Hooke se vio envuelto en numerosas disputas sobre cuestiones acerca de la paternidad de algún descubrimiento, en especial con Newton.
Durante la década de 1660 a 1670 desarrolló sus teorías sobre la gravedad, al igual que otras muchas, llegando a sugerir, en 1679, que el valor de su fuerza depende de una ley del cuadrado inverso, aunque nunca pudo probarlo. Luego alegó que sus ideas habían sido de una gran utilidad para Newton. Lo que sí es cierto es que el aparato matemático y el genio de este último lograron elaborar con brillantez el tema de la gravedad, y no dudó en resistirse enérgicamente a las pretensiones de prioridad de Hooke.
El verdadero impulsor de las ciencias de la vida fue Carl von Linné, (1707 – 1778) quien desde pequeño mostró una profunda dedicación a las plantas. En la universidad de Uppsala, la más prestigiosa de Suecia, desde 1728, dedicó la mayor parte de su tiempo a recoger y estudiar plantas; debido a que detectó errores en la clasificación botánica, inició una nueva clasificación. Hasta entonces, la botánica formaba parte muy importante en el estudio de la farmacología, ya que los doctores tenían que preparar y prescribir medicinas derivadas de plantas.
En 1731 Linneo organizó una expedición botánica y etnográfica a todo lo largo y ancho de Suecia, y otra en 1734. Viajó a los Países Bajos (Holanda) en 1735. Ese mismo año publicó la primera edición de su clasificación de los seres vivos el "Systema Naturee" (Sistema Natural). En 1741 consiguió el nombramiento como profesor y restauró el jardín botánico, sembrando las plantas de acuerdo a su sistema de clasificación, e hizo tres expediciones más, a diversas partes de Suecia que sirvieron como inspiración para toda una generación de estudiantes. A sus alumnos más destacados, como los naturalistas Daniel Solander, Pehr Kalm, Anders Sparrman, entre otros, los animó a realizar expediciones por todo el planeta lo que permitiría ir revisando su Systema Naturee que se convirtió en un trabajo de mucha importancia, ya que cada vez lo modificaba más y más con nuevos especimenes de plantas y animales que le enviaban desde todo el mundo. También en 1751 publico Filosofía botánica, su obra más influyente, porque en ella afirmaba que era posible crear un sistema natural de clasificación a partir de la creación divina, original e inmutable de todas las especies. Su admiración por las maravillas de los seres vivos la expresó así: "La creación de la tierra es la gloria de Dios, tal como sólo el hombre lo ve por las obras de la naturaleza". El estudio de la naturaleza revelaría el orden divino de la creación de Dios, y el trabajo del naturalista era construir una clasificación natural que revelaría este orden en el universo.
Se le considera el padre de la taxonomía, ciencia que estudia la clasificación de animales y plantas, y la base de su clasificación de las plantas fue el arreglo de sus órganos reproductores, que fue altamente controversial en su día. Para Linneo, las especies de organismos eran entidades reales, que podían agruparse en categorías superiores llamada Géneros. Esto no era nada nuevo; desde Aristóteles, los biólogos habían usado el término género para un grupo de organismos similares. Los naturalistas de su época usaban, con frecuencia, criterios arbitrarios para agrupar los organismos, colocando juntos todos los animales domésticos o todos los animales acuáticos. En parte la innovación de Linneo fue el agrupamiento de taxones superiores en órdenes, órdenes en clases y clases de reinos. Linneo simplificó a un nombre latino para indicar el genero y con un nombre abreviado para la especie y ambos recibían el nombre binomial, así llamo a la rosa silvestre, rosa canina. El sistema binomial se convirtió rápidamente en el sistema standard para nombrar las especies. Su sistema, la clasificación jerárquica y la nomenclatura binomial, muy modificadas, ha permanecido durante más de 200 años como estándares. Sus escritos han sido estudiados por todas las generaciones de naturalistas. Y la búsqueda por un sistema natural de clasificación todavía continúa.

Georges Louis Leclerc Conde de Buffón, francés, (1707-1788), Viaja por Suiza e Inglaterra, tomando contacto con los científicos de ambos países. Será nombrado director del Jardín Botánico de París y en 1739 es elegido miembro de la Academia de Ciencias y de la Francesa en 1753. Se dedicó en gran parte a explicar la vida y costumbres de los animales y la relación que estos tenían con el medio ambiente, con lo que se le considera el fundador de la ecología. Basaba sus explicaciones en las observaciones, y apoyaba su trabajo en causas empíricas. Describió los hechos de la naturaleza, el volcanismo, la vegetación, los animales, con un estilo y claridad que lo ha hecho merecedor de ser reconocido como un gran escritor, y que sus obras hayan tenido gran trascendencia en el mundo. Para el los escritos deben cumplir ciertas reglas: y una de ellas debe ser el orden. Las ideas han de estar perfectamente claras y con un orden especial, condición indispensable para conseguir que el texto tenga armonía. La belleza no se conseguirá por el rasgo ingenioso y extenso de los datos sino que juega un papel sumamente importante la forma como están enlazadas las partes y de la exactitud de las palabras elegidas. Y por eso Leclerc decía que: "Escribir bien es, a la vez, pensar bien, sentir bien y expresarse bien".
Su principal obra fue Historia natural, un trabajo en 36 volúmenes publicado entre 1749 y 1789, donde ofrece la primera versión naturalista de la historia de la Tierra no basada en la Biblia, incluyendo una completa descripción de sus características mineralógicas, botánicas y zoológicas. Su obra se convirtió en una de las obras literarias más conocidas del Siglo de la Razón. Luis XV le nombró en 1773 conde de Buffon, en reconocimiento a su papel en la comunidad intelectual y política francesa.
Georges-Louis Leclerc era acérrimo contradictor del sistema de clasificación de Linneano por considerarlo superficial, de modo que propuso una clasificación práctica de los animales basada en el estudio de los caracteres intrínsecos, ofreciendo una visión general y coherente de la naturaleza, sentando así las bases para una taxonomía animal.
Con base en su distribución y su lugar de origen, estableció la presunción que enunció de la siguiente manera "ninguna especie de una zona tórrida de un continente se encuentra en otro". Esta presunción se conoció como la ley de Buffon y más adelante en el siglo XIX se generalizó para todos los mamíferos, aves, reptiles, insectos y plantas, se aplicó no sólo a las especies del Viejo y Nuevo Mundo, sino a las cualquier región del planeta separada por algún tipo de barrera.
Jean Baptiste Antoine Pierre de Monet de Lamarck, naturalista francés (1744 – 1829), fue a vivir a París donde se interesó por la botánica estimulado por Rousseau. En su obra Flora francesa (1778) utilizó por vez primera una clave dicotómica para clasificar las plantas; esta obra le ganó la confianza de Buffon y le abrió las puertas de la Academia de Ciencias. Buffon confió a Lamarck la dirección de una misión científica por Europa central (1780), con el objetivo de enriquecer las colecciones de plantas del Jardín du Roi. Con la llegada de la Revolución a la que Lamarck se adhirió plenamente, gestionó la transformación del Jardín du Roi en Musée National d'Histoire Naturelle.
En 1793 se le encargó la cátedra de animales inferiores (insectos y gusanos) donde trató por primera vez de la evolución de los animales y de las plantas, formulando ya desde entonces las tesis esenciales de su doctrina transformista, basada en la herencia de los caracteres adquiridos, la ley del uso y del desuso y la tendencia al progreso de la materia viviente, amparándose asimismo en otros principios actualmente obsoletos como la generación espontánea (lamarckismo). Dicha doctrina adquiere su punto culminante con la publicación, en 1809, de su obra capital, Filosofía zoológica (1809), donde concretó su concepción de la evolución de los animales como regida por cuatro leyes fundamentales; de éstas, la segunda y esencial enunciaba que la producción de nuevos órganos era debida a la aparición y persistencia de nuevas necesidades. La originalidad, pese a la endeblez de los mecanismos propuestos, fue mal aceptada e incomprendida por sus coetáneos.
Aunque su contribución a la ciencia incluye trabajos sobre meteorología, botánica, química, geología y paleontología, es especialmente conocido por sus estudios sobre la zoología de los invertebrados y por su teoría sobre la evolución. Publicó una impresionante obra en siete volúmenes, Historia natural de los animales invertebrados, (1815-1822).

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